Habitualmente, cuando se habla de plantar huesos de frutas, la primera en la que piensas puede ser en el aguacate o el limón. Pero, ¿qué tal si nos vamos a una fruta más exótica? ¿Sabrías cómo plantar un hueso de mango?
Si te gusta mucho esta fruta y querrías tener tu propio árbol del cual obtener frutos que sean totalmente naturales, entonces esto te interesa. Te vamos a ayudar a que sepas cómo plantarlo y qué cuidados necesita para que salga adelante. Es verdad que tardará unos años en crecer y dar frutos, pero merecerá la pena el esfuerzo. ¿Empezamos?
¿Cómo plantar un hueso de mango?
Lo primero que debes saber del mango es que es una fruta veraniega. Aun así, en ciertos establecimientos los puedes encontrar todo el año. Es cierto que la mejor época para plantar la semilla es en verano o en otoño, pero si le das los cuidados necesarios no tendrías problema en otras estaciones del año.
Como sabrás, el mango es una fruta tropical que proviene de India y de Indochina. Se puede cultivar fácilmente en climas templados y en climas mediterráneos, de ahí que, si vives en una zona así, no tendrás problema.
Ahora bien, la semilla del mango está protegida por un hueso que se encuentra en el centro de la fruta. Cuando te la comes, ese hueso es lo que queda y, en su interior, está la semilla.
¿Qué debes hacer para plantar el hueso de mango y que germine y salga una planta? De eso es de lo que vamos a hablarte a continuación.
Lava bien el hueso
Una vez que te hayas comido el mango, y sobre todo si estaba bueno, lo que tienes que hacer es lavar el hueso. Trata de lavarlo lo mejor posible para quitarle esa película que tiene que hace que sea resbaladizo. De esta forma evitarás que se pueda pudrir o afectar a la semilla.
Eso sí, recuerda que, después de lavarlo, tienes que secarlo muy bien.
Sacar la semilla del hueso
Ahora que tienes lavado el hueso y que no se te va a escurrir, el siguiente paso es sacar la semilla. Como te hemos dicho, la semilla la protege el hueso, y por sí misma no va a poder salir, de ahí que se seque dentro de este. Por eso, hay dos métodos.
El primero de ellos consiste en dar con un martillo tratando de romper el hueso. El problema es que, si lo haces mal, corres el riesgo de que, en un martillazo, rompas la semilla. O que esta no salga tan fácilmente a pesar de que rompas el hueso.
El segundo método es el más recomendado, aunque debes tener cuidado. Y es que tienes que coger un cuchillo de punta e introducirlo por la parte más ancha del hueso para tratar de abrirlo. Tienes que hacer movimientos de arriba abajo para abrirlo un poco. El objetivo es tirar de los lados para poder abrirse del todo (como si fuera un libro).
De esta manera obtendrás la semilla. Pero cuidado, puede darse el caso de que, al abrir, descubras que la semilla no vale. Esto es algo habitual y no te debes rendir, siempre puedes probar con otro mango. Y es que, con el tiempo, las semillas pueden secarse o no germinar porque ya no están preparadas para ello.
Germinar la semilla de mango
Ahora que ya tienes la semilla, y que verás que es bastante grande, nos toca germinarla. Es decir, que vas a tener que lograr que salga de ella un primer brote. Esto es bastante sencillo de hacer, y es similar a otras plantas.
Para ello, busca un cuenco y unas servilletas. Tienes que poner las servilletas en el cuenco y dentro la semilla de mango. Tápala con la servilleta y moja la servilleta. El objetivo es que la servilleta se humedezca del todo, pero sin que quede agua suelta.
Así que tienes que hacer que esté empapada pero sin que, al volcar el cuenco, salga agua.
Una vez lo tengas hecho, estarás proporcionándole humedad y oscuridad, que son dos partes fundamentales para su germinación. Pero también necesita una temperatura constante. Nuestra recomendación es que uses un poco de papel film y cubras el cuenco. Haz unos agujeros para dejar pasar un poco de aire y guarda esto en un lugar oscuro.
A los cinco días deberías ver algunos cambios en la semilla. Es decir, deberían empezar a salir brotes. A los ocho días aproximadamente sacará la raíz, aunque lo mejor es dejarlo unos 15 días en la servilleta para que genere una buena raíz y tengas más posibilidades de que salga adelante.
Eso sí, durante ese tiempo tendrás que ir revisando que la servilleta se mantiene húmeda.
Cómo plantar el hueso de mango
Ahora que ya tienes la semilla de mango lista para plantar, es hora de pasarla a la tierra. Esto quiere decir que vas a necesitar una maceta ancha y profunda (unos 30 centímetros). Mezcla humus de lombriz con sustrato y algún drenante, como puede ser perlita.
Haz con un lápiz o un palito, tienes que hacer un agujero en el centro para meter dentro la raíz que te ha salido. Tienes que cubrir bien la raíz para que salga adelante. Ten cuidado a la hora de meterla porque si se rompe, entonces no saldrá adelante.
Riega un poco la tierra y cubre la semilla con una servilleta nueva mojada. Déjala unos días e irás viendo que empieza a salirle el tallo. Es importante que mantengas la temperatura constante. Para ello, puedes utilizar una bolsa de plástico, por ejemplo, haciéndole unos agujeros, para tener una especie de invernadero y temperatura templada o cálida.
Pasado un tiempo irás viendo que el tallo va creciendo y, normalmente al mes, verás que ya tiene un buen tallo.
Cuidados de la planta de mango
Una vez tienes la planta asentada en la maceta, los cuidados principales van a ser el riego, que debes intentar que mantenga la tierra húmeda, pero no encharcada, y también la temperatura. El mango necesita un clima templado o cálido, por lo que, si quieres que salga adelante, no te olvides de esto.
Si estás en invierno, o bien tu casa es fría, puedes solucionarlo con el truco de la bolsa de plástico, pero siempre vigilando la humedad también, para que no la pudra o genere enfermedades.
¿Te animas ahora a plantar un hueso de mango?